Donde cruzan los Brujos

Donde cruzan los Brujos

Author:Taisha Abelar
Language: es
Format: mobi
Tags: prose_contemporary
Published: 2011-02-03T23:00:00+00:00


12

Después de más de ocho meses de practicar la recapitulación fielmente, ya lo podía hacer durante todo el día sin irritarme ni distraerme. Un día me estaba representando mentalmente los edificios, salones y maestros de mi último año de preparatoria. Me dejé llevar tanto por mi recorrido a lo largo de los pasillos y por ver dónde se sentaban mis compañeros que terminé hablando conmigo misma.

—Si hablas contigo misma, no podrás respirar correctamente —escuché decir a un hombre.

Me sobresalté tanto que pegué con la cabeza en la pared de la cueva. Abrí los ojos. La imagen del salón se desvaneció al voltearme para mirar hacia la desembocadura de la cueva. Había un hombre en cuclillas perfilado delante de ella. De inmediato supe que se trataba del maestro brujo, del hombre al que una vez había visto en los cerros. Llevaba el mismo rompevientos verde y los mismos pantalones, pero ahora pude distinguir su perfil; tenía la nariz protuberante y la frente ligeramente inclinada.

—No me mires fijamente —lo escuché decir. Su voz era baja y murmuraba como un arroyo al pasar sobre la grava—. Si quieres aprender más acerca de la respiración, permanece muy tranquila y recobra el equilibrio.

Seguí respirando profundamente hasta que su presencia dejó de asustarme y sentí alivio, en cambio, por llegar a conocerlo al fin. Se sentó con las piernas cruzadas a la entrada de la cueva y se inclinó del mismo modo en que Clara siempre lo hacía.

—Tus movimientos son demasiado erráticos —indicó con un bajo murmullo—. Respira así.

Inhaló profundamente al voltear la cabeza de manera suave a la izquierda. Luego exhaló el aire por completo mientras en forma continua volteaba la cabeza a la derecha. Finalmente movió la cabeza del hombro derecho al izquierdo y otra vez al derecho sin respirar, y luego al centro. Imité sus movimientos, inhalando y exhalando de la manera más completa posible.

—Así está mejor —dijo—. Al exhalar, arroja fuera de ti todos los pensamientos y sentimientos que estés repasando. Y no muevas la cabeza sólo con los músculos del cuello. Guíala con las líneas invisibles de energía que emanan de tu abdomen. Hacer que broten esas líneas es uno de los logros de la recapitulación.

Explicó que justo debajo del ombligo se encuentra un centro clave de poder y que todos los movimientos del cuerpo, la respiración inclusive, debían recurrir a ese punto de energía. Sugirió que sincronizara el ritmo de mi respiración con el giro de la cabeza, para en conjunto lograr que las líneas invisibles de energía de mi abdomen se extendiesen hacia el exterior, hasta el infinito.

—¿Forman esas líneas parte de mi cuerpo o he de imaginarlas? —pregunté.

Cambió de posición antes de responder.

—Esas líneas invisibles forman parte de tu cuerpo blando, de tu doble —explicó—. Entre más energía hagas salir mediante la manipulación de esas líneas, más fuerza adquirirá tu doble.

—Lo que quiero saber es si son reales o sólo imaginarias.

—Al expandirse la percepción, ya nada es real y nada es imaginario —contestó—. Sólo existe la percepción. Cierra los ojos y entérate por ti misma.



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